jueves, 13 de noviembre de 2014

Velocidad de crucero en Copenhague







A estas alturas de la visita de observación en aula, se puede decir que hemos alcanzado la velocidad de crucero: estamos más integrados, tenemos más confianza con los profesores y los alumnos, nuestro nivel de inglés se ha disparado estos días, participamos más en las clases... Incluso ya hemos dado algunas. Luisa ha cogido algún grupo un día de estos y Roberto también ha asumido el mando en algún momento.
En mi caso, hoy tuve que asumir las clases de Matthew, pues tenía que participar en las entrevistas a los candidatos a director. En principio las guardias están cubiertas por profesores sustitutos contratados todo el anyo. El profesor que falta anota comentarios para la clase correspondiente en la intranet del centro, de manera que el sustituto sabe qué tareas tienen los alumnos. Matthew prefirió que estuviera yo también en esas clases acompanyando a Brandon, el sustituto. En química del curso 11 fue realmente útil, ya que dedicamos la clase a resolver dudas de todo el curso a propuesta de los alumnos (el concepto de mol y las reacciones redox/electrolisis fueron los temas). En la clase 7 tienen un pequenyo proyecto de "ópera científica", en el que ayudé a los alumnos a encontrar óperas famosas para poner música a sus propias letras de tema químico. En astronomía los alumnos tenían tarea en sus ordenadores, y la mayoría estuvimos viendo datos del reciente aterrizaje del Philae sobre el cometa 67P, la sensación mundial en este momento.



Con respecto a los tres profesores a los que hago el job shadowing, ya les he cogido la medida. De Matthew Gaynes ya he hablado, con su estilo de divulgador al más puro estilo americano, muy ameno y flexible en sus clases. Wendy McGee, también nortemericana, es más maternal, tiene un estilo algo más autoritario en el sentido en el que lo entendemos en Espanya. Tiene más problemas de disciplinas, bien es cierto que imparte clase a alumnos más pequenyos (cursos 7, 8 y 9). Y luego está Daniel Jones, el británico, serio, parco en palabras, que dirige la clase de principio a fin con una didáctica impecable sin concesiones a la galería. Efectivo es el término. Me llamó la atención hoy cómo les ensenya formulación química al curso 10, una vez que los alumnos conocen la diferencia entre compuestos iónicos y covalentes. No tienen que aprenderse las valencias, sino los iones más importantes y su carga, lo cual es más interesante porque se ahorran trabajo de memorización sinsentido. Si hay iones raros que no conocen, por ejemplo, el cianuro o el fostato, los pueden buscar en su móvil. Esto supone una buena integración de las nuevas tecnologías en el aula y una solución al problema de los móviles de los alumnos. Sí, he dicho que los alumnos pueden sacar los móviles en el aula, y de hecho los sacan y los usan, a veces también para usos espúreos. Pero no todo el tiempo. Quizá la solución no está en la prohibición, sino en darles una salida a su empleo útil con un fin educativo. Este cambio de mentalidad lo tenemos aún pendiente.

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