miércoles, 28 de octubre de 2015
Impresiones del Helfling Gymnasium: qué lo diferencia de nuestro centro
He estado en el Helfing Gymnasium dos veces y puedo decir que lo conozco más o menos bien. Pero es la primera vez que reflexiono seriamente sobre las diferencias y semejanzas entre los dos centros.
Estoy aquí para observar la metodología en la asignatura de química y, en general, de la ensenyanza de asignaturas científicas, pero también quiero opinar sobre el funcionamiento del centro y sobre los sistemas educativos respectivos.
En primer lugar, las clases son de 45 minutos con 10 minutos de pausa. Se empieza a las 7.30 y se acaba a las 14. Son 7 horas de clase con un recreo de media hora. Tengo que decir que me gusta la dinámica porque me parece que en las pausas se permite a los alumnos tomar aliento, liberar tensión, y los 45 minutos de clase se aprovechan así a tope. Creo seriamente que este funcionamiento sería importable a nuestro instituto, quizá con matices. Esos 10 minutos ya se pierden en la práctica en los cambios de clase (sé que estoy siendo polémico, no me importa, todos somos libres de opinar, incluso desde dentro del equipo directivo).
Otra diferencia bastante notable con nosotros es la disciplina. Este aspecto no se puede aislar del comportamiento social en general que se constata en Alemania. Es patente que nosotros somos una sociedad meridional y por ende ruidosa (hay excepciones: los portugueses son bastante más tranquilos) y que los alemanes aman el silencio y las conversaciones en voz baja. Lo cierto es que se agradece no tener que gritar en clase por encima de un nivel de ruido elevado. Los alumnos alemanes están acostumbrados a guardar silencio cuando se les dice y lo mantienen normalmente durante los 45 minutos, interviniendo en la clase sólo cuando se les pide o cuando levantan la mano, una muy buena costumbre. No se ve en absoluto una clase en la que hablan todos a la vez cuando se pregunta algo. Claro que esto no se improvisa, se trabaja en el sistema educativo desde primaria. Quizá podríamos mejorar en esto a pesar de ser espayoles con nuestro típico carácter impulsivo. También mejoraríamos mucho si nos ensenyaran desde pequenyos a escuchar y a no interrumpir a nuestro interlocutor. Esto no se trabaja lo suficiente y se refleja en la sociedad a todos los niveles y en los medios de comunicación. Un ejercicio que veo repetir a todos los profesores que entran en la clase es esperar a que todos los alumnos se callen. Los más pequenyos incluso se tienen que poner de pie cuando entra el profesor. En ese momento se produce un relax total, y es entonces cuando el profesor dice buenos días, los alumnos contestan, es entonces, digo, cuando tiene uno la convicción total de que la clase ha comenzado y que hay que entregarse a ella al 100%.
Es evidente que se ahorra así mucha saliva, mucho estrés, mucha rinya innecesaria, y que se trabaja muy a gusto. Si además se logra que la clase sea variada, amena, con cambios de actividad, logrando mantener la atención y el interés, el éxito está asegurado. Y hemos aprovechado todo el tiempo para algo productivo. Intentémoslo.
Hay que decir que la acústica es muy buena gracias al aislamiento de los techos, algo que sería conveniente mejorar en nuestro centro. No sé lo que puede costar poner paneles de falso techo, lo cierto que es que acabaría con la insoportable resonancia de las aulas que tan nerviosos nos pone (a mí por lo menos).
Otra diferencia fundamental es el tipo de alumnado. En el sistema alemán se separa a los alumnos a los 11 anyos, que es cuando acaba la primaria, y los mejores irán al instituto, mientras que los que no son tan buenos irán a otro tipo de escuela (Regelschule, Realeschule, según la región). En una palabra, los alumnos están seleccionados y están aquí porque tienen claro que quieren seguir estudiando con vistas a ingresar en la universidad. El resto de los alumnos seguirán seguramente otras vías como la formación profesional.
En nuestro sistema, dado que está mezclado todo tipo de alumnado, convive el alumno que quiere ir a la universidad con el que quiere abandonar el sistema educativo lo antes posible. No voy a entrar a defender uno u otro sistema, los dos tienen pros y contras.
Esto lo que hay. Tenemos que aceptar lo que tenemos y nuestro ordenamiento educativo, pero no renunciar a mejorar nuestras condiciones y nuestra capacidad profesional. Esto está a nuestro alcance, depende de cada uno de nosotros.
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