jueves, 29 de octubre de 2015

Algunas conclusiones sobre la estancia en el Helfling Gymnasium












Aún no he entrado a comentar nada sobre las clases. Me gustaría hacerlo ahora, después de cuatro días de observación en aula.
He observado cuatro asignaturas científicas: Química, Biología, MNT (Hombre, Naturaleza y Técnica, una asignatura de los niveles inferiores que sirve de introducción a las asignaturas de ciencias) y Astronomía, y he visitado todos los niveles, desde la clase 5 (11 anyos) hasta la 12 (18 anyos). He adquirido una buena perspectiva de la ensenyanza de las disciplinas cientíticas en la secundaria, así como del grado de madurez de los alumnos de este centro.
En cuanto a esto último, puedo afirmar que los alumnos de este centro son más maduros por lo general que los alumnos de nuestro instituto de la misma edad. Esto se observa en el grado de responsabilidad y autonomía que asumen, algo que emana de la educación familiar y del espíritu del propio centro educativo. Se fomentan esos valores, está claro, y se respira en la clase. Se nota que no se lo dan todo hecho, sino que son ellos por sí mismos los que se enfrentan a las dificultades de la vida y encuentran ellos mismos soluciones a los problemas. Echando un ojo a los currículos del ministerio de educación de Turingia en las asignaturas de ciencias comprobamos que es una de las competencias metodológica clave: analizar los problemas y desarrollar estrategias para resolverlos. Esto es válido en cualquier escala y en cualquier aspecto de la vida. A los alumnos se les deja que experimenten, que observen, que elaboren sus hipótesis y saquen sus conclusiones. Esto es aplicar el método científico a rajatabla, pues así es como el hombre ha llegado a adquirir conocimiento del mundo que le rodea: utilizando su capacidad de análisis y comprensión de la realidad.
Esto lo he observado desde los niveles inferiores 5 y 6 en clase de MNT, donde se les ensenya a los ninyos a elaborar sus propios protocolos al observar sencillos experimentos, como el enfriamiento de un volumen de agua en recipientes de distinto tamanyo o en la determinación de almidón en granos de trigo. El esquema de la clase de MNT es casi siempre el mismo: al principio preguntas de repaso a los alumnos sobre lo aprendido, por ej. fotosíntesis para la producción de almidón, sustancia de almacenamiento de energía para la planta, y luego un pequenyo experimento para acercar al alumno a la realidad. La realidad incluye la dificultad de moler los duros granos de trigo para obtener algo de harina. Y de paso, conduce al alumno a las bases del razonamiento inductivo, que le permitirá generalizar los resultados de una observación concreta. En el caso del experimento del enfriamiento del agua, algunos alumnos fueron capaces de predecir que había dos factores diferentes que influían en el resultado: el volumen y la superficie ofrecida. Para eliminar uno de los dos factores, una alumna sugirió que se usara la misma cantidad en dos recipientes de distinto tamanyo: premio. Esto es lo que hay que fomentar, el razonamiento, usar la cabeza para resolver problemas, no importa de qué tipo ni de qué magnitud. La capacidad de resolver problemas es lo que usará una persona a lo largo de su vida millones de veces, y cuanto mayor esa esa capacidad, más autónoma será esa persona. Y no va a depender de unos enciclopédicos conocimientos de los que se examina cada trimestre.
En la asignatura de Química, que es a la que más he asistido, he tenido la oportunidad de observar algo similar con alumnos mayores: entre clase 9 y 12 (3°ESO y 2°Bachiller): mucha pregunta de repaso a los alumnos para repasar lo aprendido (trabajo individual en casa), para luego abordar nuevos contenidos. El currículo (Lehrplan) del ministerio (no he mencionado que el currículo y la programación es prácticamente lo mismo y que lo elabora el ministerio con un alto grado de concreción) para la asignatura de Química está estructurado por temas que se van abordando en los distintos niveles aumentando en dificultad: reacción química (clase 7/8), agua y aire (8), metales y reacciones redox (8), sales, hidróxidos y ácidos (8), química del carbono (9/10), química del nitrógeno (10), dejando para los niveles 11 y 12 los temas de estructura atómica, enlace químico, termoquímica y equilibrio. Me gusta esta distribución porque el alumno va interiorizando conceptos sencillos que, una vez adquiridos, dan paso a cuestiones más complicadas. De esta forma se hace más atractiva la química, al mismo tiempo que más asequible, pienso yo. Lo que no tiene ningún sentido es empezar la química por los modelos atómicos, esto espanta a los alumnos. Además, hay que ir a la realidad que nos rodea continuamente para relacionar la química con el mundo.
Por ejemplo, en la clase 10, la profesora introdujo a los alumnos en la materia con unas gominolas de sabores frutales para abordar los compuestos ésteres. Esta familia de compuestos orgánicos son responsables de los aromas. La profesora preparó delante de los alumnos un sencillo éster haciendo reaccionar un ácido orgánico con un alcohol y se lo dio a oler a los alumnos. Éstos comprobaron que el aroma recordaba al de una fruta. La misma profesora en la clase 11 acercó las reacciones de oxidación-reducción a los alumnos por medio del proceso del alto horno explicado en un vídeo. Ellos mismos fueron capaces de deducir las ecuaciones sencillas del proceso. Muy bien, los alumnos recordarán luego mucho mejor lo que han aprendido si lo relacionan con el mundo real.

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